Curso de iniciación a la meditación.
En la asociación Amigos del Desierto ofrecen cursos de
iniciación a la meditación. El curso pasado me quise apuntar pero llegué tarde.
Este curso parece que se me logrará. En un correo, me explicaron que los de
iniciación ya no los da Pablo d’Ors sino sus colaboradores. No hay problema, no
quiero conocer a este señor, sino aprender a meditar.
Hace dos días me
volvieron a escribir. Del día 30 de septiembre al 2 de octubre hay un curso deiniciación en La hospedería del silencio.
Ya he telefoneado y el lunes ingreso una señal.
Aunque el curso es de
iniciación voy a llevar un trecho andado porque todo sigue viento en popa con
el libro de Jalics. En el libro reproduce conversaciones entre el maestro de meditación
y los discípulos, conversaciones que recomienda no leer todas seguidas, sino
muy poco a poco, para irlas asimilando y que sirvan para aprender de la
práctica diaria del silencio. Así lo hago. Estoy realmente contento. Otros
defectos tengo, pero constancia no me falta y cuando le pongo fe y ganas a algo
me entrego por entero. Realmente progreso, o eso me parece. Las indicaciones me
son realmente útiles y como el libro va por pasos (tiempos, los llama) creo que
avanzo. Estoy en el segundo tiempo y los venticinco minutos diarios que hago
centrándome en percibir la respiración a lo largo de todo su recorrido son
bastante más centrados que los de hace
unos meses, cuando caminaba casi a ciegas.
En los primeros tiempos,
releí mucho Biografía, y pensaba que
ya me lo sabía de memoria. No era cierto. Hoy estuve repasando algunos
capítulos y resultó maravilloso. Muchas cosas me parecían absolutamente nuevas.
Esto es como la llamada
de Jesús. Convertíos y creed en el evangelio. La primera vez la recibes como un
hecho novedoso, pero cuando pasa un tiempo la llamada vuelve a ser nueva.
Recuerdo un cuento que
leí de joven. ¿Los tambores? Aún debe
estar por casa de mi padre. En una ciudad aparece un hombre con un tambor
gritando por las calles: “Nos vamos a otra ciudad”. El primer día lo meten en
la cárcel por escándalo público pero poco a poco se le va uniendo gente hasta
que los seguidores son una multitud que abandonan la ciudad. Recorren mil
lugares buscando un nuevo asentamiento y todo el cuento transcurre en esa
búsqueda. Al final cuando ya han construido una nueva ciudad y están asentados
en otro lugar, así acaba el cuento, un día aparece un hombre por la calles con
un tambor gritando “no vamos a otra ciudad”.
Cada cierto tiempo, me
parece que tengo las claves de la vida. Cada cierto tiempo creo que voy a
cambiar, que ahora sí.
Vivo de nuevo ese
momento.
Quería saludarte y decirte que sigo tu afán meditativo desde la distancia. Puedo comprende tu ansia de verdad y silencio. Ánimo.
ResponderEliminarPor otro lado, como seguramente verás, he cerrado el blog definitivamente. No es un paso fácil pero es necesario.
Un cordial saludo.
Parece que te hubiera picado un extraña mosca. Cierras el blog antes de que se acabe el curso.
ResponderEliminarY lo más sorprendente: ni se pueden dejar comentarios ni se pueden ver los anteriores.
:o
¿Cuándo sabremos que abres el siguiente?