Ejercicios de cotemplación 2.
Sigo con las “contemplaciones
de la naturaleza”.
A veces, cuando leía
poesía, de esas que exaltan el momento presente, una sensación, una luz, una
imagen hermosa… me preguntaba ¿y ahora qué? ¿Qué se hace con esa belleza? ¿Cómo
es la existencia de un poeta? ¿Cómo es una existencia que quiere vivir
descubriendo esos momentos?
En mi último viaje a
Gijón experimenté un desasosiego enorme. La mañana de sol era igualable, las
olas rompían furiosas sobre las rocas y yo caminaba desde el camping hacia la
ciudad por el paseo que han hecho junto al mar sobre el acantilado. Veía el mar
y disfrutaba, pero al mismo tiempo sufría mucho porque no sabía cómo atraparlo,
cómo hacerlo mío, cómo dejarlo en mi alma para siempre. Veía la hermosura de
aquella mañana preciosa y me invadía un deseo: agarrarla.
Creo que el libro de
Jalics tiene la solución. No se trata de coger nada sino de contemplarlo. Conformarse
con esa percepción efímera, sin querer cambiar nada. Aceptando las cosas como
son y sin pretender nada. Contemplar es algo desinteresado. Es la actitud contraria
a cualquier interés. El mar está ahí, el sol, la luz, la brisa, tú mismo. Están y estás.
Nada más. Contemplación. Percepción. No pensar nada. No pensar cómo lo contarás
en el blog o qué ideas suscita en ti esta mañana efímera. Estar. Ser.
Contemplar. Sin anhelo, sin futuro, sin planes. Solo tú y la mañana hermosísima.
Actividad que se realiza y se agota en el instante presente.
No sabía lo que era
contemplar.
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